domingo, 3 de febrero de 2008
habitus
Hace unos dias que no voy a trabajar (aprovechando los feriados y una serie de excusas muy válidas) y que me dedico a probar tortas en cumpleaños y bodas de amigas, cuchicheando porque, aunque ustedes no lo crean, las tortas sublimes no impresionan igual al segundo dia.
Quizás se deba a la combinación de ricos canapés y gustosos buffets antes de hincarle el diente a la torre dulce del momento, o la simple saturación gustativa producto de la mezcla de sabores y unas cuantas copas de champagne la que logra el efecto maravilla. Lo cierto es que aquella delicia de chocolate al chocolate, o la suave combinacion de nueces y crema de limon no se comparan en la memoria del paladar -al probarlas por segunda vez, al día siguiente- a la primera vez que le hincaste el diente, rodeada de vestidos y bocas que tambien sonrien ávidas, compartiendo la torta vedette de la velada. La misma vedette, ya sin maquillaje y enfriada o seca unos grados de más en la heladera de tu casa, parece simplemente un postre, o, peor aun, una cosa pesada y excesivamente dulce.
Porqué es éste el caso de las tortas especiales, y no de una torta aflanada, por ejemplo? O de un pastel volcado de duraznos, de esos que mi madre solía hacer para los picnics ya que duraba fuera de la heladera un par de días, si el hambre de los comensales lo permitía?
De esta tarta de duraznos voy a hablar hoy, porque hace frio y extraño a mi madre. Me doy cuenta de que la extraño porque ya hice escabeche de berenjena, casi sin fijarme en lo que estaba haciendo, por puro hábito.
Pastel de Durazno y albarillo
13 duraznos
250gr de azúcar
1 limón (jugo y ralladura)
200 gr de mantequilla
4huevos
300 gr de harina
2 cditas de polvos de hornear
100gr de almendras
1 cdita de anis molido
mantequilla para engrasar el molde
150 gr de dulce de albarillo (albaricoque o damasco)
Sumerge los duraznos en agua hirviendo durante dos minutos, para luego pelarlos, partirlos en mitades y sacarles el hueso.
Pon a hervir un vaso de agua junto con 60gr de azúcar y el jugo de limón. Coloca las mitades de durazno en este líquido y déjalas cocer durante 8 minutos a fuego lento. Escurre y deja enfriar los duraznos, reservando su jugo
Bate la mantequilla junto con el resto del azúcar, los huevos, la ralladura del limón, la harina, el polvo de hornear, el anís y las almendras hasta que se incorporen perfectamente. Vierte la mezcla en un molde engrasado y enharinado, colca las mitades de durazno y cúbrelos con el dulce. Hornéalo hasta 200grados centigrados durante 40 min.
Aparte en una cacerola pequeña mezcla el almibar que habías reservado con una cucharada grande de maicena y déjala a la lumbre hasta q comience a hervir. Viértelo caliente sobre el pastel y déjalo enfriar. Procura dejar un poco para los demás, alguna vez, extrañando a mi madre, llegué a comerme un pastel de seis duraznos enterito, sola con mi alma, acompañada de un buen libro de detectives
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