Me atreví a hacer esta variación una de esas tardes inspiradas. La receta original es de W&S, de un CD con mil recetas de las cuales probe solo unas decenas debido a que el CD perdió sus cualidades a medida que las máquinas iban migrando a modalidades más avanzadas. Lamentablemente, no se han inventado aún los soportes digitales (excepto quizá los de la web y por cuánto tiempo?) capaces de resistir a tanto cambio.
Como los CDs, hay recetas que tampoco resisten cambios. Ésta, por suerte, no es una de ellas. Carece de los "celos" que impidieron, por ejemplo, que la receta de dulce de leche de natas de la abuela haya pasado a las generaciones siguientes con un sabor remotamente parecido. Sin desmerecer el dulce de mi madre, habría que inventar cosas para mantener la DATA intacta.
O resignarse a improvisar, batalla de trucos en la cual a veces se gana (y mucho) y a veces se pierde.
Para la masa:
1 1/4 taza de harina
1/4 cucharilla de sal
3 cdas. de azúcar
1/2 y 2 cdas. + de mantequilla sin sal, fría
1 yema de huevo
1 1/2 cdas. o lo necesario, de agua
Combinar harina, sal y azúcar en un bol. Cortar la mantequilla en trocitos y mezclar los ingredientes hasta que la mezcla tenga la consistencia de hojuelas de avena. Combinar en un bol pequeño la yema y 1 1/2 cdas. de agua. Añadir esta mezcla a la harina con un tenedor, y distribuir de manera uniforme. La masa debe sentirse humedecida, si está muy seca añadir unas gotas más de agua. Armar una bola de masa. La manera más fácil de distribuirla es en piezas del tamaño de una nuez, que irán forrando una tartera mediana, hay que cuidar que no queden agujeros y que la masa se esparza parejo. (Si se desa estirar con fuslero, hay que envolverla en plástico y dejarla enfriar en la heladera por una hora). Pinchar con tenedor, cubrir con papel aluminio bien pegado a la masa y hornear a 220 C 8 minutos, quitar el aluminio y continuar el horneado hasta que la masa esté dorada.
Para el relleno:
6 carambolos
el zumo de 1 limón y su cáscara
2 tazas de azúcar
1/2 taza de agua
2 huevos
1/2 taza de crema
pizca de sal
1/2 taza de dulce de albarillo o mermelada de albaricoque (es lo mismo)
Rallar la cáscara del limón y exprimir su zumo. Se necesita más o menos 1/3 de taza de zumo de limón. Lavar y cortar los carambolos a lo ancho, en rodajas de 1 cm de grueso. Sacar las semillas.
Combinar 1 1/2 tazas de azúcar con el agua en una olla (no de cobre por el ácido) para hacer un almíbar a fuego medio hasta alcanzar punto bolita (cuando se levanta una gota de almíbar y se la deja en un vaso con agua fría, debería convertirse en una bolita blanda de caramelo transparente). Añadir las rodajas de carambola y volver a ebullición. Sacar del fuego y dejar reposar al menos 1 hora. (se puede hacer la masa mientras tanto)
Precalentar el horno a medio. En un bol, batir el jugo de limón, la cáscara, el azúcar restante y los huevos. Añadir la crema y la sal. Colocar en la masa para tarta, ya horneada y fría, y regresar al horno. Sólo tiene que cuajar, unos 20 min. a lo sumo. Dejar enfriar a temperatura ambiente.
Levantar con cuidado las rodajas de carambola y colocarlas sobre el relleno, dos tenedores ayudan. En una ollita combinar 1/4 del almíbar con el dulce de albarillo y hervir hasta que espese. Si se desea, colarlo.
Con una brocha, glasear las rodajas con esta mezcla. Servir rapidísimo. Es un manjar que vale la pena el tiempo de preparación, y mucho.
jueves, 26 de junio de 2008
sábado, 21 de junio de 2008
del huerto
Hay libros que no hablan de comida, pero es como si lo hicieran. Tal es el caso de "Registro Civil Silvestre" (ver pág 18 del link) un pequeño homenaje a la flora del oriente boliviano publicado por la Eitorial El País el pasado 2007.
Un texto en especial evoca los placeres de la buena mesa, sin mencionar más que, por así decir, sus anticipaciones: "Canchón cruceño para mi hijo" habla de aquellos árboles, matojos y matorrales útiles para crecer, retozar y probar sabores, algo así como el huerto que se extraña y se sospecha aún en los valles cochabambinos y tarijeños.
"Colocaré al lado de tu ventana,
un guayabo,
para que filtre la luz que da a tu cuna
y para que reciba pajaritos que te canten,
que te canté, bebé, para arrullarte"
El autor, Adolfo Moreno, es agrónomo y poeta, y sabe de lo que habla. Un primer regalo para los placeres de un buen convivio es el canto de los pájaros, que se atraen al jardín si hay sombra y frutos para cobijarlos. No es igual un mate a las cinco de la tarde tomado -y conversado- a la sombra de un parral, con pajaritos alrededor, que encerrado en un mesón de cocina con paredes blancas como sola compañia. Las masas saben a vivo, y el calor del mate es mayor.
"En la parte más conspicua de la casa
dejaré un achachairú de densa fronda,
para que te sientes por las tardes a su sombra,
y para que descubras su sabor al pie del árbol"
Ah, las frutas. Su utilidad va acompañada de su embelesamiento, del placer que provocan. Un limonero acompaña ensaladas y refrescos, cebiches y singanis. Un naranjo nos regala cítricos para pasar el invierno - y mermeladas- un granado nos da frutas capaces de tentar a Perséfone, un ciruelo, un duraznero, nos regalan flores y frutos suficientes para crear, con ellos, licores y pasteles.
En Santa Cruz, donde reinan otros climas y sabores, dan también los mangos, los tutumos, los tamarindos. El palto da en todas partes.
"Hacia el fondo del patio, como sabes,
cuando ya adulto deberá reinar solitario
un alto palto para que alegre tu cocina
y te de trabajo cuando tengas que cambiar;
muy contrariado,
las muchas tejas rotas a paltazos"
Me falta alguna, quizá?
"En el fondo del canchón al fin pondremos
un árbol de lima y otro de toronja,
para que peles y te comas hasta el hollejo,
porque el hollejo es infaltable cuando viejo"
queda dicho
domingo, 1 de junio de 2008
La causa de mis desvelos
Si algo hay que envidiarles a los peruanos (hermanos de sangre a los que tendemos, un poquitín, a voltear el hombro) son los sabores de su cocina. Condenados al mediterráneo, separados entre regiones reacias a combinarse y fundirse como una sola, podríamos aprender algo –aprender es ser humilde, diría Rosalba- de la comida peruana: allá, me dicen, los frutos de mar se combinan con los frutos tropicales, el ají está enamorado del cilantro; allá, me cuentan, todo se confunde y se procesa, cada vez, para probar y seducir el paladar del más pintado.
Prueben sino la afamada causa peruana. Un plato que, como la venganza, debe disfrutarse frío, recién sacado de la heladera. Una preparación que combina de manera sabia y elocuente el limón, el palillo, el ají amarillo, y el puré de papas. Siempre en dos capas, el relleno es aquí lo que varía y encanta. La receta que les paso viene de epicurious.com, y ofrece relleno de pollo. Las variaciones pueden ser atún, camarones, sardinas y, sí -como la venganza- lo que a una le parezca más apropiado.
Ingredientes:
1 kilo de papa amarilla y harinosa, pelada
Sal
3 cdtas. de ají amarillo mirasol, en polvo o remojado, despepitado y en trocitos
1 cdtas.de palillo
1 cdtas. de sal
2 cdas. de aceite de oliva o de maíz
El zumo de 1 limón
Para el relleno:
1 taza de pollo cocido y frío, deshebrado en hilachas
¼ taza de apio picado finito
Perejil picado fino
½ cucharilla de sal
½ taza de mayonesa
Preparación:
Hervir las papas hasta que estén blandas. Aplastarlas con el aplasta-puré hasta conseguir una pasta suave. Licuar el ají con 2 cucharadas de agua, el aceite, la sal, el palillo y el limón hasta conseguir una pasta suave. Combinar el puré y la pasta hasta que el puré tome un color amarillo.
Tener a mano un pyrex de vidrio rectangular, enaceitado. Colocar la mitad de la pasta de puré en el recipiente, aplanar bien. Colocar todos los ingredientes del relleno, previamente mezclados. Cubrir con el resto del puré. Tapar con film y enfriar en la heladera. Servir frío en tajadas, decorar con perejil, aceitunas negras y rodajas de palta.
Algunos sugieren que causa deriva de la palabra kausa, que denota vida, siendo "KAUSAY PURIY", "Caminar por la vida". Otros insisten que kausa significa “alimento necesario”, no podría estar más de acuerdo.
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"barroco estáis"
"es que como bien..."
de las aventuras de Pepe Carvhalo