sábado, 21 de junio de 2008

del huerto


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Hay libros que no hablan de comida, pero es como si lo hicieran. Tal es el caso de "Registro Civil Silvestre" (ver pág 18 del link) un pequeño homenaje a la flora del oriente boliviano publicado por la Eitorial El País el pasado 2007.

Un texto en especial evoca los placeres de la buena mesa, sin mencionar más que, por así decir, sus anticipaciones: "Canchón cruceño para mi hijo" habla de aquellos árboles, matojos y matorrales útiles para crecer, retozar y probar sabores, algo así como el huerto que se extraña y se sospecha aún en los valles cochabambinos y tarijeños.

"Colocaré al lado de tu ventana,
un guayabo,
para que filtre la luz que da a tu cuna
y para que reciba pajaritos que te canten,
que te canté, bebé, para arrullarte"


El autor, Adolfo Moreno, es agrónomo y poeta, y sabe de lo que habla. Un primer regalo para los placeres de un buen convivio es el canto de los pájaros, que se atraen al jardín si hay sombra y frutos para cobijarlos. No es igual un mate a las cinco de la tarde tomado -y conversado- a la sombra de un parral, con pajaritos alrededor, que encerrado en un mesón de cocina con paredes blancas como sola compañia. Las masas saben a vivo, y el calor del mate es mayor.

"En la parte más conspicua de la casa
dejaré un achachairú de densa fronda,
para que te sientes por las tardes a su sombra,
y para que descubras su sabor al pie del árbol"


Ah, las frutas. Su utilidad va acompañada de su embelesamiento, del placer que provocan. Un limonero acompaña ensaladas y refrescos, cebiches y singanis. Un naranjo nos regala cítricos para pasar el invierno - y mermeladas- un granado nos da frutas capaces de tentar a Perséfone, un ciruelo, un duraznero, nos regalan flores y frutos suficientes para crear, con ellos, licores y pasteles.

En Santa Cruz, donde reinan otros climas y sabores, dan también los mangos, los tutumos, los tamarindos. El palto da en todas partes.

"Hacia el fondo del patio, como sabes,
cuando ya adulto deberá reinar solitario
un alto palto para que alegre tu cocina
y te de trabajo cuando tengas que cambiar;
muy contrariado,
las muchas tejas rotas a paltazos"


Me falta alguna, quizá?

"En el fondo del canchón al fin pondremos
un árbol de lima y otro de toronja,
para que peles y te comas hasta el hollejo,
porque el hollejo es infaltable cuando viejo"


queda dicho

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