Hay comidas simples y comidas complicadas. Hay maneras de cocinar complacientes, y otras dificultosas. Además, cada vez, repetir una receta implica acordarse de las veces que se la preparó con anterioridad, o, si es nueva, fijar las características que la hacen especial, única, repetible.
A mí hay un par de platos que me hacen sentirme inmediatamente niña, voraz y nostálgica. Y entre ellos, el de hoy, es un plato sencillo que resume mi primera experiencia literaria/gastronómica.
El libro: Cuentos y Chinventos de Silvia Schujer.
El cuento: un puchero donde las papas, la carne, los choclos y el zapallo se agarran a los puñetes y no logran enternecerse en lo más mínimo, hasta que la cocinera llega a poner orden y les hace dormir con una canción de cuna. Tiernas las verduras, deli el puchero y nostálgico a más no poder el chinvento. La receta: Carbonada tarijeña, versión vegetariana del famoso puchero argentino.
1 papa por persona
1 trozo grande de zapallo
½ zanahoria por persona
1 cebolla por persona
1 choclo tierno por persona
1 puñado de arvejas frescas
1 trozo grande de queso
Sal y pimienta
Cómo hacer que no se peleen:
Pelar las verduras y cortarlas en trozos de tamaño similar. Colocar en una olla, cubrir con agua y hacer hervir, con sal, hasta que el zapallo empiece a desarmarse. Añadir las arvejas. Cortar el queso en cubos y antes de servir añadirlo a la mezcla. Si se desea acompañar con arroz blanco. El resultado es una especie de pasta naranja que va muy bien para los días de frío, especialmente cuando una quiere acordarse del pasado. El nombre va a cuenta de que antes, la cocción era en olla de barro y al carbón. Se ha perdido el sabor característico que da ese humo y arcilla, pero delicioso es igual.
1 comentario:
Yanoya de rica la receta! En la casa de mi madre todavia se come, y cuando la hacen, para mi es fiesta porque me encanta!!! Tranquilamente meto dos platos entre pecho y espalda...
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