domingo, 7 de octubre de 2007

desayunos


de los varias posibilidades de desayuno que he podido disfrutar y conocer, hasta ahora, hay dos que se me vienen a la mente y al paladar como una sensación física.
Una es la familiar, con un vaso de agua y dos frutillas recién cosechadas en la boca, antes de ir a nadar al río, y la gloriosa colección de tartas, quesos, dulces y variedades de té al retorno, antes de empezar con el día y la cocina.
La segunda, de tiempos más azarosos, viene con los elementos presentes en una cocina escueta pero bien provista. Los panqueques, por sí solos, constituyen un dulce consuelo, y si hay algo, lo más mínimo, para acompañarlos, la experiencia se traduce en un augusto desayuno de reyes. Recomiendo derretir ligeramente la mantequilla antes de tostarlos, para que el aroma a nueces se desprenda como un secreto, y rellenarlos con una mezcla de yogurt natural, frutillas y frambuesas apenas cocidas en almíbar ligero y porqué no, chocolate...

Panqueques
1/2 taza de harina, puede ser tb avena instantánea molida, leche hasta diluir todos los grumos, un huevo que se añade casi al final, una pizca de sal. Una cucharada generosa de mantequilla.

Media docena de panqueques comienzan con la harina y la sal en un bol, adonde se añadirá parsimoniosamente leche, revolviendo con un tenedor, hasta alcanzar una consistencia líquida pero a su vez (metafísica de la preparación) espesa. Un huevo fresco se añade y revuelve para añadir consistencia a la mezcla. En una sartén pequeña, de preferencia antiadhesiva, se derrite la mantequilla, esparciéndola por toda la superficie plana de la sartén, el resto se añade a la preparación, revolviendo hasta incorporar.

Una vez caliente la sartén, se añade el equivalente de un fondo de un cucharón por vez, se distribuye la mezcla por toda la superficie de la sartén, y se voltea. Proceder hasta acabar con la preparación. Si sobra, guardar en el refrigerador la preparación sin cocinar, puesto que los panqueques se secan al cabo de unas horas.

Si el número de comensales es grande, y el tiempo para cocinar es breve, una licuadora funge maravillosamente. Un litro de leche para una taza de harina, dos huevos, una cucharilla de polvo de hornear o bicarbonato de sodio y media de sal. Licuar, si falta consistencia, añadir un poco más de harina. La experiencia dirá cuál es la consistencia adecuada y elegida, y determinará el grosor del panqueque. La mantequilla derretida también se añade al final, antes de proceder al tostado y juego de sartenes.

2 comentarios:

La máscara de Hipocrates dijo...

Hola cocina ecléctica,y para cuando una receta para vagos y bundos, o sea, vagabundos como Hipócrates?

Mar dijo...

dejame pensar qué sería una comida vagabunda...

"barroco estáis"
"es que como bien..."
de las aventuras de Pepe Carvhalo