lunes, 12 de noviembre de 2007

del helado y las pasiones


no es tan difícil hacer helado casero, lo que toma es tiempo. Hay que batirlo y toma sus buenos capítulos de novela negra -si has de seguir la tradición de cierto forastero, cuando se las daba por cocinar conmigo- o sus mañitas para disimular la impaciencia. Tomar helado es una de esas pasiones que deben servirse frías.

Aquí un gelatto all'uovo de jengibre, de mi invención

Hervir 2 tazas y cuarto de leche con un trocito pelado de jengibre, cuando alcanza punto de hervor, añadir unas gotas de vainilla.

Batir 6 yemas de huevo en un bol junto con media taza de azúcar hasta conseguir una textura cremosa pero sin espuma, gradualmente añadir la leche caliente, removiendo constantemente. Transferir la confección a una olla y calentar con cuidado, justo debajo del punto de ebullición, hasta que la contextura permita "soplar rosas" (bella expresión para decir que la crema pastelera recubre ligeramente la cuchara de madera, y que cuando soplas en su superficie, la crema se arruga remedando pétalos de rosa)

Colar la preparación y, he aquí la parte complicada, batirla en una máquina de helado casero o congelar en el refrigerador por espacios de 45 minutos, sacarla y batirla, y así sucesivamente, hasta conseguir una consistencia cremosa, agradable a la vista y al paladar, que es aquí el más beneficiado.

La máquina casera suele tener un centro de metal con espátulas para girar, y estar recubierta de madera, sela pone a flotar en una barreña llena de hielo y sal, y a tener paciencia se ha dicho...

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